Septiembre de 2009. Me encuentro en Londres, ciudad donde nació Sir Charles Chaplin. Mi locura extrema me atrae hacia un bombín en una sombrería de un barrio cualquiera. Lo compro con el miedo de haber hecho una tontería, de haber malgastado mi dinero. De pronto me lo pongo, amoldándolo a mi, fiel acompañante de parte de mi vida, deja de ser un «malgastar dinero» para ser el mejor juguete que me he comprado nunca. Es entonces, cuando cámara en mano, decido hacer partícipe a la gente de mi entorno.
Mil cabezas para un bombín empezó con la broma de que cada persona que conociera se hiciera una foto con mi bombín. Pero la broma se ha convertido en reto. Retratar a mil personas con un mismo sombrero es en el fondo, el esbozo de un autoretato. La vida son etapas y las etapas se conciben de momentos, lugares y personas. Todas provienen de mundos comunes y dispares al mismo tiempo. Famosos, familiares, conocidos, amigos, amigos de amigos… gente que se conoce entre sí, o a veces ni siquiera eso, pero tienen algo en común, un bombín.
¿ Por qué mil personas? ¿ Por qué un bombín? ¿ Qué ganas con eso?
No pretendo batir un record, no pretendo ganar dinero, solo quiero divertirme y que la gente se divierta.
Deja una respuesta